Producción
Viernes, 25 de Agosto de 2023
La siembra de maíz ya puso primera en Argentina y es hora de comenzar a plantear la campaña: para eso, es conveniente vigilar aquellas enfermedades que pueden tener algún tipo de incidencia en el desarrollo del cultivo, como los “carbones”.
Una de estas enfermedades a controlar es sin dudas el carbón de la espiga, cuya presencia durante la campaña pasada fue muy importante. Por ese motivo, es fundamental lograr un correcto diagnóstico de esta patología para manejarla de manera óptima.
“La falta de humedad en el perfil, las altas temperaturas, las escasas precipitaciones y la humedad relativa baja, entre otras condiciones ambientales, alteran los procesos de desarrollo del maíz y estas situaciones favorecen la presencia de carbones en el cultivo”, sostiene Lucrecia Couretot, fitopatóloga de INTA Pergamino.
El “carbón común del maíz” o “carbón de la espiga”, causado por Ustilago maydis, fue la enfermedad en maíz más registradas durante la última campaña. Es de allí que radica la importancia de controlar los cultivos en la temporada que viene.
Según Couretot, los síntomas que se observaron en los cultivos de maíz implantados en la temporada pasada, principalmente afectaron la espiga durante la floración. “Allí es cuando ocurre su infección, sobre los estigmas no polinizados, en plantas que sufrieron estrés ambiental y que presentaron floración asincrónica”, se explayó la especialista.
Estas circunstancias deja al cultivo implantado susceptible y receptivo por un mayor período de tiempo, con lo cual se hace imperioso el monitoreo continuo.
Sporisorium (carbón de la panoja) en maiz.
Es muy importante en esta época identificar la enfermedad y registrar los lotes con presencia (y cuantificar) para poder decidir la rotación hacia adelante.#yomonitoreo ???????? pic.twitter.com/UxicJeCf5d— Viento Sur (@VientoSurAgro) April 4, 2023
Por otra parte, también en la campaña anterior, se visualizaron casos de “carbón de la panoja” (sporisorium), aunque no tuvo una distribución masiva. Sin embargo, su presencia, motivó que se registrara un incremento de los reportes en diferentes regiones del país, y en algunos casos, en mayor incidencia que en otros años.
Respecto a la última enfermedad, es preciso remarcar que no se registraba en la Argentina desde hace mucho tiempo, lo que hace que este dato tenga una importancia extra.
El carbón de la espiga se muestra en forma de tumor en la propia espiga o puede aparecer en cualquier otra parte de la planta.
Al momento de la cosecha, se observan agallas rotas, con exposición de teliosporas, que pueden ser diseminadas por vientos.
Se trata de una infección local que afecta principalmente a la espiga por los estigmas no polinizados. Su nivel de daño va a depender de la incidencia de la enfermedad en la planta.
Por su parte, “el carbón de la panoja”, presenta plantas afectadas que pueden mostrar entrenudos más cortos, deformaciones, multi-floración, panojas y espigas con masa carbonosa y ausencia de agallas visibles.
El monitoreo es la herramienta imprescindible para entender la situación. Sin embargo, el principal instrumento para prevenir su presencia es la genética, aunque no existe demasiado conocimiento al respecto. No obstante en el mercado hay materiales que tienen comportamiento diferencial.
Bajo este panorama, ¿cómo hacer para detectar las enfermedades a tiempo y controlarlas?