Noticias Destacadas
Viernes, 19 de Noviembre de 2021
Los primeros antecedentes del concepto aparecieron en publicaciones como La Ley de la Entropía y el Proceso Económico publicado en 1970 por Nicolae Georgescu-Roegen, considerado el fundador de la Economía Ecológica, como así también en los Límites del Crecimiento de 1972 a partir de un trabajo en conjunto entre el Club de Roma y el MIT (Massachusetts Institute of Technology) entre otras publicaciones que absorbieron las influencias de las publicaciones anteriormente citadas.
No obstante, el concepto recién logró ser dotado de un término definido: sustentabilidad/sostenibilidad, que luego se globalizó, a partir del Informe de Brundtland promovido por la ONU en 1987, en el que se instaba a 'satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las futuras generaciones para atender sus propias necesidades' y que busca un equilibrio entre la conservación del ambiente, la mantención de sus servicios, el uso sustentable de sus recursos y la mejora y sostenimiento de la calidad de vida humana, en un contexto de crecimiento económico e inclusión.
A diferencia del inglés donde está generalizado el uso de la palabra sustainability o del portugués donde se utiliza el vocablo sustentabilidade, en castellano ha dado lugar a dos términos que en ciertos ámbitos (inclusive académicos) se tratan como sinónimos, mientras que en otros contextos se los dota de significados levemente diferentes con casi todo en común y, en todo caso y atendiendo a esas diferencias que algunos autores plantean, complementarios.
Si bien existen muchas urgencias en referencia a la temática, como para detenerse demasiado en cuestiones semánticas, mientras el concepto existe y persiste más allá de ello por tratarse de una pregunta frecuente, intentaré hacer un aporte a través del presente texto.
Autores como Jorge Riechman en 'De la economía a la ecología' (1995) establecen que el concepto de Sustainability del documento de Brundtland fue traducido en países como México y ciertos textos de España como Sostenibilidad, mientras que en otros países de habla hispana, especialmente en Sudamérica, se difundió el concepto bajo el término Sustentabilidad. Una observación bastante frecuente es que nos de los dos términos en español se parece bastante a la grafía en inglés, mientras que el otro tiene más similitudes en la fonética.
Más allá del por qué llegamos a estas dos variantes, resulta interesante profundizar un poco en los orígenes de ambos términos. Sustentar y sostener pertenecen al mismo campo semántico y además comparten etimología, ambos provienen del latín sustinere (de subs: debajo y tenere: tener) algo así como 'tener desde abajo o soportar'. La forma supina (que era una forma no personal de los verbos que existía en latín) del verbo sustinere era sustentum (literalmente: 'para sostener'), que dió origen en español al verbo sustentar con un significado estrechamente relacionado a sostener, aunque con usos específicos y precisos.
Cuando se hace referencia a sostener existe un tercer elemento que ejerce la acción y si bien en el caso de sustentar también existe una acepción (RAE) en la cual un tercero sustenta razones u otra cosa, suele aplicarse más frecuentemente con una connotación más autónoma, cuando la 'cosa' en cuestión que se sustenta lo hace a través de un mecanismo que la involucra y que permite su propia sustentación. El ejemplo más cabal de esta última acepción es la sustentación de los aviones, que logran volar por el efecto que genera la velocidad en su interacción con el aire y la forma de las alas, durante el despegue y el vuelo en sí mismo. Así, el significado que adquiere el vocablo sustentación en este caso, resulta interesante porque el avión no puede sostenerse en el aire por sí mismo, sin alcanzar y mantener una velocidad mínima de sustentación, ni tampoco el aire puede sostenerlo sin que medie el mismo efecto, conocido en la Física como fuerza de sustentación. Es decir, no existe un tercero que sostenga al avión en el aire, sino la propia interacción entre los distintos componentes y las acciones necesarias para que ello ocurra.
Este concepto cobra un carácter particular si lo extrapolamos a la naturaleza en el planeta tierra y los diversos ecosistemas que la componen. La vida que caracteriza a nuestro planeta azul, evolucionó en sus diversas formas y se ha sustentado desde millones de años antes de que el ser humano consiguiera acuñar el concepto de sustentabilidad. Es decir, la naturaleza mediante sus propios mecanismos alcanzó la persistencia y el incremento en diversidad de miles de millones de generaciones de seres vivos de todas las escalas a través del tiempo.
A partir de estas diferencias, algunas corrientes plantean que la sostenibilidad requiere de la intervención inteligente y está íntimamente ligado a la calidad de vida humana en relación con la utilización de los recursos naturales y la conservación del ambiente, mientras que asignan a la sustentabilidad el otro concepto más ligado a la naturaleza, con escasa o nula intervención humana inteligente para orientar su evolución natural, librado a su propia capacidad de auto sustentarse a través del tiempo, mediante los mecanismos de resiliencia que la propia naturaleza desarrolló. Según estas corrientes, la sostenibilidad/sustentabilidad desde un punto de vista humano constituye dos caras de una misma moneda inseparables.
A fin de hacer más asequibles esas diferencias dentro de esta corriente conceptual, y en tren de aprovechar la dicotomía originada entre los dos vocablos, la sostenibilidad aparece como una noción más inherente a la calidad de vida humana y la intervención de la naturaleza en pos del propio desarrollo humano, sosteniendo sus servicios ambientales e inclusive aportando otros nuevos donde originalmente no existían.
Algunos ejemplos que podrían encuadrar dentro de esta conceptualización los podemos encontrar en la creación y forestación hace más de un siglo del Parque San Martín en Mendoza, Argentina. El sitio original donde hoy está enclavado tenía las características de matorral xerófilo típico de la Ecorregión del Monte de Llanuras y Mesetas, que no obstante fue surcado por acequias, reemplazado con especies exóticas mayormente, y ubicado estratégicamente al oeste de la ciudad de donde provienen los vientos predominantes desde la cordillera. Esta configuración rigurosamente planeada permite que los niveles de humedad ambiente se eleven en la zona urbana de Mendoza Capital, generando un ambiente más confortable y menos extremo para sus habitantes. En el caso mencionado el ecosistema original era sustentable, según las propias características de su flora y fauna, sin embargo la intervención humana agregó servicios ambientales que permiten el desarrollo económico y social, convirtiendo además a la región en un polo de desarrollo y de generación de riqueza a través de sofisticados métodos para obtener vinos que se encuentran entre los mejores del mundo.
Otro ejemplo en esta línea lo constituyen las Chacras Experimentales de Aapresid en los valles norpatagónicos mediante la producción de cultivos extensivos irrigados, que debido al excedente de biomasa bajo esquemas de producción en Siembra Directa, literalmente están creando suelo agrícola, donde antes sólo existía un sustrato mineral con escasas señales de vida.
Finalmente, es posible mencionar además a la Administración de los Parques Nacionales, sitios en los que existe intervención humana para mantener sostenibles esas áreas en una condición lo más original posible en cuanto a las características de la ecorregión a la cual pertenece. Es importante mencionar que dada la gran expansión humana en el planeta, las áreas naturales sin intervención humana ni acciones de conservación pueden degradarse por el propio contexto ambiental de presión sobre los recursos.
Resulta fascinante la capacidad humana en pos de procurarse una óptima calidad de vida en ambientes naturalmente hostiles para ella, así como el hecho de aplicar su inteligencia para proteger y conservar áreas naturales. No obstante, el desafío del siglo consiste en explorar y alcanzar nuevos equilibrios que permitan erradicar la pobreza a nivel global y generalizar un nivel de vida satisfactorio para todos los seres humanos, al tiempo de conservar un ambiente planetario biodiverso, sostenible y sustentable para toda la vida que alberga.
Para concluir, y más allá de que sustentabilidad y sostenibilidad sean simplemente sinónimos perfectos o conceptos complementarios, todo indica que en el futuro de la humanidad no hay sostenibilidad sin sustentabilidad ni viceversa.
José Luis Tedesco