Producción
Martes, 07 de Noviembre de 2023
En los últimos días, las lluvias en las principales regiones productivas empezaron a revertir el escenario de sequía para la actividad agropecuaria. En el caso de la ganadería, estas precipitaciones marcan el inicio de la retención de vientres, de cara al próximo año.
No obstante, las inundaciones en el litoral argentino se han alzado como una gran preocupación, debido a que ponen en riesgo a un universo de más de cinco millones de cabezas, según un relevamiento efectuado por la Sociedad Rural Argentina (SRA).
En este contexto, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) explicó cómo se debe manejar el rodeo, para reguardar su bienestar animal.
En una inundación, los animales afectados afrontan una situación de estrés severo y en muchos casos, deben nadar o caminar largas distancias para acceder a zonas seguras. Esta situación representa un factor crítico, porque en esta travesía consumirán mucha energía.
Por ese motivo, la alimentación es un primer factor clave. Los profesionales del Senasa explicaron que, si no se dispone de pasturas, se debe proveer heno en cantidad suficiente, a partir de una cuenta: en general, el ganado consume entre el 2,5% y 3% de su peso.
“Si el alimento disponible es de calidad inferior, se debería agregar algún concentrado proteico que le permita proveer al rumen de nitrógeno suficiente para fomentar el consumo del heno de mala calidad”, agregaron.
Además, advirtieron que los concentrados energéticos y de baja fibra deben ser evitados como única fuente de alimento, ya que pueden ocasionar trastornos digestivos y deteriorar la salud del animal.
En cualquier escenario, se deben evitar –entre otros puntos- los siguientes: cambios abruptos de dieta; agrupar a los los animales en áreas donde hay una alta presencia de malezas toxicas y alimentar con granos y henos contaminados con sustancias químicas.
Seguiremos trabajando codo a codo con los productores de todo el país. #SomosCRA
— CRA (@CRAprensa) November 5, 2023
Un dato a tener en cuenta también es que la presencia de zonas anegadas, barro acumulado y charcos, provocan cambios ambientales en los corrales y en las salas de ordeño.
Además, el exceso de humedad favorece las infecciones mamarias, trastornos podales (pietín), problemas respiratorios (neumonía) y otras enfermedades infecciosas (leptospirosis), especialmente en las categorías más jóvenes.
“De este modo, el sistema inmune de las vacas se deprime, aumenta el estrés y proliferan microorganismos. Por ello, es fundamental trasladar a los animales a zonas altas y secas temporalmente”, explicaron.
El informe del Senasa reconoce tres estados del vacuno y subraya qué acciones tomar en cada caso, ante un escenario de inundación
A medida que las aguas se retiren, desde el Senasa remarcaron que es fundamental adoptar medidas que minimicen los problemas vinculados a la salud animal, porque pese a que las aguas ya no estén más, los problemas generados por los anegamientos seguirán por un buen tiempo en el lote.
Un ejemplo es la producción de pastizales y pasturas, que tras un período de inundación, suele caer entre un 25% y un 30%.
Cuando se retome la producción, se debe revisar la zona afectada antes del regreso de los animales, para identificar elementos peligrosos como:
Si se encuentran animales muertos, la disposición de los cadáveres tienen que considerar las condiciones de bioseguridad y medioambientales correspondientes, según la autoridad competente.
En tanto, a medida que se reestablezca el ritmo normal de trabajo, es aconsejable revisar de manera periódica el estado general del rodeo.
“Su comportamiento puede variar debido al estrés asociado a la emergencia o desastre. Es recomendable el chequeo por parte de un médico veterinario si se observan lesiones o signos de enfermedad”, concluyeron.